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  • Rossi Blengio

Luis Jorge Garay y Eduardo Salcedo-Albarán en “La Digna Metáfora”, México


La prohibición y todo lo que trae consigo

El entorno del narco en la industria editorial

La milenaria hoja de coca

Estados en la ilegalidad

De cómo las redes ilícitas han reconfigurado las instituciones en Colombia, Guatemala y México da cuenta el libro Narcotráfico, corrupción y Estados (Debate) que exhibe, a la vez, el camino de la descomposición burocrática en los últimos años.

Escrito por los investigadores colombianos Eduardo Salcedo-Albarán y Luis Jorge Garay Salamanca, ingeniero industrial y economista respectivamente (con las colaboraciones de Luis Astorga, Francisco Gómez, Edgar Gutiérrez, Claudia Méndez y Natalia Duarte), toma la palabra, en principio, el segundo para hablarnos de la génesis de su volumen, financiado por la Foundation Open Society Institute.

—Veníamos trabajando sobre el caso Colombia con la idea de que esta problemática iba mucho más allá de la corrupción local: es un asunto más complejo, más profundo, más estructural y de consecuencias más sistemáticas en las sociedades

Admite Eduardo Salcedo, filósofo con maestría en ciencia política por la Universidad de los Andes en Bogotá, que de acuerdo “al planteamiento de la hibridación de la legalidad con la ilegalidad, una de las conclusiones que se ha corroborado con más evidencia es que ya prácticamente es imposible diferenciar la operación geográfica de una red, porque atraviesa muchos países. Un caso que hemos trabajado desde hace largo tiempo es cómo los zetas, aun definiéndolos como un cártel de narcotráfico mexicano, no son un cártel ni está operando únicamente en México, sino son una red criminal que interviene en una decena de mercados ilegales, como el tráfico de personas, las extorsiones, los secuestros, la piratería o la explotación y exportación de recursos naturales”.

Todos los análisis efectuados en el libro están basado en expedientes judiciales de diferentes países, dice Luis Jorge Garay; “el caso de los hidrocarburos condensados es un expediente judicial de Estados Unidos, porque no sabemos si en México lo hay. Lo cierto es que las redes criminales mexicanas están operando cada vez con mayores niveles de sofisticación. Algo en lo que insistimos es que las autoridades deben quitarse la idea de que el crimen organizado es una historia de buenos contra malos, porque es mucho más complejo y con una cantidad de posibilidades de comunicación impresionantes: los acuerdos son de ganancia mutua, y así se comienza a formar la zona gris u opaca de las redes criminales en todos los sectores de la sociedad donde se encuentran esos actores, agentes les llamamos nosotros, que se mueven entre lo legal y lo ilegal”.

―¿México se rige sujeto a un Estado paralelo de la ilegalidad?

―Eso es por decir lo menos, porque esto se va convirtiendo en el Estado real. Cuando suceda que todos los funcionarios y todo el Estado estén cooptados, que es una situación extrema pero eventualmente posible, sería un Estado mafioso; esperamos no ocurra. Por eso hablar de los cárteles en los años ochenta es totalmente diferente a hablar de las redes ilícitas del siglo XXI. Lo que hoy opera es una gama de fenómenos de ilegalidad que va muchísimo más allá del narcotráfico, al grado de que lo que ocurría en los ochenta era mucho más simple ―puntualiza Eduardo Salcedo.

―¿Por qué decidieron investigar a las redes criminales y darlas a conocer?

―En primer lugar ―dice ahora Garay―, es una responsabilidad social y personal a través de una ética en la medida que uno tenga los elementos de poder realizar análisis sustentados lo más técnicamente posible, de tal manera que sean verificables y no solamente especulativos, pues uno lo que aporta es un reconocimiento de la realidad. Al utilizar los expedientes judiciales como la fuente principal para tener una mayor “veracidad, fidelidad y confiabilidad” de la información, evidentemente se corren riesgos, pero el hecho de que se sustenten en verdades judiciales el riesgo puede que aminore.

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