AGUJITA,
México
Los cárteles de la droga mexicanos han encontrado un nuevo lucrativo negocio: controlar la producción de pequeñas minas de una zona carbonífera limítrofe con Estados Unidos para vender el combustible al Estado y empresas privadas.
"Explotan minas de carbón, encima de (ellas hay) zonas habitadas. Lo sabemos por los daños causados en casas, daños estructurales", explicó a la AFP el obispo de Saltillo, capital del estado de Coahuila, Raúl Vera, cuyo nombre estuvo este año en el sonajero para el premio Nobel de paz.
La denuncia sobre la presencia de narcotraficantes en las minas de carbón de Coahuila la hizo pública en octubre el exgobernador de ese estado y expresidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Humberto Moreira, al reponsabilizar al cartel de Los Zetas del asesinato de su hijo.
Según Moreira, alejado de la política tras un escándalo por endeudar excesivamente a su estado, Los Zetas actúan explotando directamente minas o comprando carbón a pequeños productores que luego venden a una corporación estatal, en complicidad con empresarios corruptos.
El precio de compra se multiplica hasta 30 veces, dejando una amplia ganancia para los intermediarios.
Según la Cámara Minera de México, México produce anualmente 15 millones de toneladas de carbón por unos 3.800 millones de dólares. Casi el 95% se obtiene en Coahuila.
El diario Reforma indicó que los Zetas producen o compran unas 10.000 toneladas semanales que luego venden a 600 pesos (50 dólares) la tonelada. Es un negocio que puede dejarles al menos entre 22 y 25 millones de dólares anuales a ese grupo.
Los Zetas fueron creado por exmilitares que trabajaban para el cartel del Golfo del que se escindieron para crear una organización que no sólo controla importantes rutas del narcotráfico, sino otras actividades ilícitas como piratería, robo de combustible, tráfico de migrantes y cobro de extorsiones.
"Los Zetas es el primer cártel mexicano que ha diversificado el negocio del narco incursionando en otros ámbitos" dijo a la AFP Tomás Borges, autor del libro 'El arte de la guerra para los narcos'.
Su máximo jefe, Heriberto Lazcano fue abatido el 7 de octubre por la Marina de Guerra en la zona carbonífera y su cuerpo fue robado luego por un comando armado.
Lazcano tenía su propia explotación de carbón en Progreso, el pueblo donde cayó al enfrentarse a los marinos en un campo de béisbol y donde se había refugiado los últimos meses y, según Moreira, manejaba su propio pozo de carbón.
Pero la presencia de Los Zetas en la explotación de carbón no es reciente, asegura el obispo Vera. "Hace varios años que uno de los agentes de la pastoral me dijo que estaban haciendo excavaciones miembros de las mafias y las estaban haciendo en lugares prohibidos".
"Es un secreto a voces que los narcotraficantes están infiltrado en las minas de carbón, pero desde que habló Moreira, hemos visto policías federales y militares pasar y supimos que agarraron a varias personas", declaró bajo el anonimato a la AFP un empresario que explota pozos de carbón en Agujita.
La autopista federal 57 que entronca con Estados Unidos atraviesa una planicie polvorosa a cuyos lados se levantan montículos de carbón provenientes de las minas artesanales, donde los accidentes mortales son frecuentes.
La zona engloba pueblos como Cloete, Agujita y Barroterán.
Camiones con carbón cruzan retenes establecidos por militares, que buscan en la zona a narcotraficantes y cargamentos de droga.
Los Zetas que usaban la ruta para ingresar cocaína a Estados Unidos se vieron atraidos al negocio del carbón. Su llegada a la zona fue acompañada de la multiplicación de la violencia.
Los enfrentamientos con militares y policías se han vuelto frecuentes en los alrededores de Piedras Negras, una ciudad de 150.000 habitantes y paso a Eagle Pass en Estados Unidos, tras la fuga en septiembre de más de cien presos, promovida por Los Zetas.
Una historia que se repite
El uso de actividades alternas por los cárteles es parte "casi natural del desarrollo de estas organizaciones criminales" subraya Antonio Mazzitelli, representante para México, Centroamérica y el Caribe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
En Colombia, relató Mazzitelli a la AFP, los narcotraficantes infiltraron minas de oro, carbón y traficaban también con petróleo. "La corrupción es su principal instrumento para hacer negocios, y también si es necesario la utilización de la violencia", explicó.
Los negocios legales sirven a los criminales para lavar dinero y obtener ingresos extras, señala por su parte Eduardo Salcedo, coautor del libro 'Narcotráfico, corrupción y Estados: Cómo las redes ilícitas han reconfigurado las instituciones en Colombia, México y Guatemala'.
Estos negocios les permiten no sólo conseguir "más dinero sino sobre todo ganar legitimidad social, política". Los criminales buscan "poder legalizar sus líderes y sus actividades e ingresar a la economía formal y poder operar de manera más tranquila dentro de la sociedad", explica el investigador colombiano.
Para infiltrar las minas de carbón, los narcotraficantes usan diferentes métodos: desde secuestrar, asaltar hasta matar a empleados y a los dueños, o presionar a acuerdos con los socios, señala.
En la zona minera de Coahuila "hay empresas que no tienen minas, que no tienen trabajadores pero tienen contratos con Prodemi (Promotora para el Desarrollo Minero de Coahuila)", denuncia un investigador de la organización 'Familia Pasta de Conchos', creada por familias de mineros tras un accidente que en 2006 costó la vida a 65 de ellos.
"Hay minas que tienen capacidad de 30.000 toneladas, pero tienen contratos por 150.000. Lo que están vendiendo no lo están produciendo" dice el investigador. "Lo están comprando un tercero y ahí es donde entran toda esta gente, Zetas o no, legales e ilegales, clandestinos y no clandestinos" añade.